La noche de los miedos

 -  ... es que eso es lo que me da más miedo.

 - Es la primera vez que te oigo decir que tienes miedo...

 - En realidad, siempre he sentido miedo, pero es difícil decirlo...




Todos tenemos miedo a algo y supongo que es normal sentirlo, es decir, no es motivo de vergüenza.

Es fácil coincidir con propios y extraños en miedos "normales", como la altura, la velocidad, las serpientes o las arañas. Pero esto es distinto.

Se pueden transformar los miedos es motivaciones para superar alguna etapa o prueba, por ejemplo, el miedo antes de enfrentar un examen final o la sustentación de una tesis.

Los nervios previos a mi viaje a Santiago eran enormes y un gran amigo me ha sabido calmar ese miedo.

los nervios antes de emprender una empresa que terminó fracasando, terminaron por materializarse, pero con el agravante de la soledad. No es buen consejero el miedo.

Ahora, tengo miedo de muchas cosas, que tal vez terminan nublando más estos días de invierno, donde no se ve el sol. Pero al final, siempre hay un rayo de esperanza. Pero tal vez ese rayo de esperanza no sea más que la ilusión de no caer en el negro y absoluto miedo de volver a fracasar.

Pero lo intento en cada día, en cada despertar y en cada anochecer. En esta época de desesperanza y aislamiento, tengo la seguridad de haber pasado los peores tiempos, pero con el miedo de la distancia, el tiempo que una recaída sea posible. Y el circulo vicioso se vuelve a mi, lleno de los miedos del inicio y que no abandonan al final.

Ahora, como en la película, tengo la suma de todos los miedos: personales, mentales, laborales, amorosos.... que tanto daño hace el miedo...


El amor ahuyenta el miedo y, recíprocamente el miedo ahuyenta al amor. Y no sólo al amor el miedo expulsa; también a la inteligencia, la bondad, todo pensamiento de belleza y verdad, y sólo queda la desesperación muda; y al final, el miedo llega a expulsar del hombre la humanidad misma.

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